¿Qué
es de ti? ¿Cómo te va todo? Espero que bien, por aquí las cosas siguen igual,
aunque eso ya lo sabes. Hace tiempo que me pregunto si habrás cambiado mucho
desde como soy ahora, si habrás conseguido todo aquello que me estoy proponiendo,
si habrás conseguido superar todos estos miedos con los que yo hoy no puedo.
Espero que te sigan reprochando que has cambiado, es buena señal, no te has
quedado estancado; aunque también me aferro a
que sigas manteniendo aquello por lo que la gente te aprecia, bueno,
mejor dicho, me parecía ahora.
¿Encontraste
trabajo? Ahora mismo guardo poca esperanza al respecto, espero que las cosas
cambien. ¿Familia? ¿Dónde vives? Sé que habrás madurado, pero no me olvides,
también fuiste yo tal y como soy ahora. Me aferro fuertemente a la idea de que
no te hayas desviado hacia aquellos prejuicios que todos tienen sobre los
filósofos y nuestra a veces pedante actitud. Humildad, humildad, sé que lo
eres, pero demuéstralo, no esperes que la gente se dé cuenta de ello como por
arte de magia. No seas tan gilipollas, tienes muchas cosas que ofrecer y podrás
ganarte alguna que otra sonrisa (espero que esto siga siendo lo que más feliz
te hace), no las desperdicies. Tampoco te pases de borde, es un mal escudo protector,
te resguarda de personas que pueden aportarte mucho. Sé tú mismo, sin velos ni
semitransparencias.
Confío
también en que hayas abandonado esos aires de elitismo y superioridad que
muchos me atribuyen, ¡deja de hacer el tonto anda! Ya es hora de mostrar lo que
realmente piensas. Exígete coherencia, deja de ser un rompecabezas para todo
aquel que trata de conocerte, es importante. No puedes esperar que todo el
mundo juegue a adivinar cómo eres. Ya sabrás, pues a mí me lo va pareciendo,
que todo esto es demasiado corto, así que déjate llevar. Sentir no es un lujo,
es una necesidad.
¿Sigues
sin llorar? ¡Qué cabezota eres a veces! Ya, ya sé que te cuesta, que nunca ha
sido lo tuyo. Espero que a estas alturas hayas encontrado el motivo para no
hacerlo, asimismo tengo la esperanza de que hayas conseguido superarlo. Tampoco
seas un llorón, no hay que pasarse.
Permíteme,
si no es mucho pedir, ponerme en tu lugar durante algunos minutos, solo
necesito echar un vistazo a tu alrededor, escuchar a través de tus oídos. ¡Bah!
No me sitúo, es igual. Más te vale haber conservado a tu lado a aquellos a
quienes aprecias, a quienes ahora yo tengo cerca. No, no acepto excusas.
¡Tonterías! Las cosas no se estropean y se abandonan a la primera de cambio,
¡no seas flojo! Lucha por aquello que quieres.
¿No
habrás dejado los libros ni las películas, verdad? ¡Jum! Ya lo veré, pero
crucemos los dedos para que no lo hayas hecho. El deporte debe seguir siendo
parte de ti, de tu vida, tu principal vía de escape, nunca te ha fallado.
¿A
qué aspiras? ¿Cuáles son tus nuevos objetivos y metas? Está bien, no seré tan
impaciente. Al menos espero que no te hayas olvidado de la principal. ¿Te
acuerdas de lo que te dijeron papá y mamá hace ya tiempo? Lo único que quieren
es que seas feliz, así que esfuérzate por conseguirlo. Estés donde estés no te
olvides de visitarles, a tus hermanos también, hay que cuidar a quienes siempre
han estado contigo. Ellos te van a querer pase lo que pase, hagas lo que hagas,
seas como seas.
¿Sigues
siendo un caos amoroso, una entropía constante cuando se habla de sentimientos?
Menos pensar y más sentir, que no es tan difícil. Tienes demasiado poco
tiempo para invertirlo en pensamientos
inútiles, en vagas suposiciones que solo sirven para alimentar a la
imaginación. Ama, haz locuras por ella (quien quiera que sea). Es más sencillo
de lo que en tu cabeza parece. Abandona ese miedo al compromiso, las cosas
tienen que pasar (sí, las malas también), y si no estás a su lado no te lo
perdonarás en la vida.
Un saludo.
Tú hace unos años.»
Así,
por el mero hecho de escribirte, de escribirme, vas desapareciendo, te evaporas
de mi futuro, te traigo a mi presente, te hago formar parte de mí, intento ir
creciendo, aprendiendo, madurando. Siempre sin dejar de ser un niño, que me lo
prometí. Al marcharte evitas que te pregunte sobre mi ahora, ¿qué tengo que
hacer? ¿Hice lo correcto? Pero nunca lo sabré.
Por
tanto, seguiré con mis preguntas sin respuestas, luchando contra mis miedos,
esforzándome por saber lo que quiero y sabiendo que ya no hay vuelta atrás. De
este caso debe surgir el orden, la ilusión y las ganas. Es momento de abandonar
el juego azaroso, tocar fijar las reglas y prepararse para ganarlo o dejarse la
piel en el intento.
Doble
o nada. Vamos a por todas.