24 de junio de 2012

Doble o nada


                 «Querido futuro yo:

                ¿Qué es de ti? ¿Cómo te va todo? Espero que bien, por aquí las cosas siguen igual, aunque eso ya lo sabes. Hace tiempo que me pregunto si habrás cambiado mucho desde como soy ahora, si habrás conseguido todo aquello que me estoy proponiendo, si habrás conseguido superar todos estos miedos con los que yo hoy no puedo. Espero que te sigan reprochando que has cambiado, es buena señal, no te has quedado estancado; aunque también me aferro a  que sigas manteniendo aquello por lo que la gente te aprecia, bueno, mejor dicho, me parecía ahora.

                ¿Encontraste trabajo? Ahora mismo guardo poca esperanza al respecto, espero que las cosas cambien. ¿Familia? ¿Dónde vives? Sé que habrás madurado, pero no me olvides, también fuiste yo tal y como soy ahora. Me aferro fuertemente a la idea de que no te hayas desviado hacia aquellos prejuicios que todos tienen sobre los filósofos y nuestra a veces pedante actitud. Humildad, humildad, sé que lo eres, pero demuéstralo, no esperes que la gente se dé cuenta de ello como por arte de magia. No seas tan gilipollas, tienes muchas cosas que ofrecer y podrás ganarte alguna que otra sonrisa (espero que esto siga siendo lo que más feliz te hace), no las desperdicies. Tampoco te pases de borde, es un mal escudo protector, te resguarda de personas que pueden aportarte mucho. Sé tú mismo, sin velos ni semitransparencias.

                Confío también en que hayas abandonado esos aires de elitismo y superioridad que muchos me atribuyen, ¡deja de hacer el tonto anda! Ya es hora de mostrar lo que realmente piensas. Exígete coherencia, deja de ser un rompecabezas para todo aquel que trata de conocerte, es importante. No puedes esperar que todo el mundo juegue a adivinar cómo eres. Ya sabrás, pues a mí me lo va pareciendo, que todo esto es demasiado corto, así que déjate llevar. Sentir no es un lujo, es una necesidad.

                ¿Sigues sin llorar? ¡Qué cabezota eres a veces! Ya, ya sé que te cuesta, que nunca ha sido lo tuyo. Espero que a estas alturas hayas encontrado el motivo para no hacerlo, asimismo tengo la esperanza de que hayas conseguido superarlo. Tampoco seas un llorón, no hay que pasarse.

                Permíteme, si no es mucho pedir, ponerme en tu lugar durante algunos minutos, solo necesito echar un vistazo a tu alrededor, escuchar a través de tus oídos. ¡Bah! No me sitúo, es igual. Más te vale haber conservado a tu lado a aquellos a quienes aprecias, a quienes ahora yo tengo cerca. No, no acepto excusas. ¡Tonterías! Las cosas no se estropean y se abandonan a la primera de cambio, ¡no seas flojo! Lucha por aquello que quieres.

                ¿No habrás dejado los libros ni las películas, verdad? ¡Jum! Ya lo veré, pero crucemos los dedos para que no lo hayas hecho. El deporte debe seguir siendo parte de ti, de tu vida, tu principal vía de escape, nunca te ha fallado.

                ¿A qué aspiras? ¿Cuáles son tus nuevos objetivos y metas? Está bien, no seré tan impaciente. Al menos espero que no te hayas olvidado de la principal. ¿Te acuerdas de lo que te dijeron papá y mamá hace ya tiempo? Lo único que quieren es que seas feliz, así que esfuérzate por conseguirlo. Estés donde estés no te olvides de visitarles, a tus hermanos también, hay que cuidar a quienes siempre han estado contigo. Ellos te van a querer pase lo que pase, hagas lo que hagas, seas como seas.

                ¿Sigues siendo un caos amoroso, una entropía constante cuando se habla de sentimientos? Menos pensar y más sentir, que no es tan difícil. Tienes demasiado poco tiempo  para invertirlo en pensamientos inútiles, en vagas suposiciones que solo sirven para alimentar a la imaginación. Ama, haz locuras por ella (quien quiera que sea). Es más sencillo de lo que en tu cabeza parece. Abandona ese miedo al compromiso, las cosas tienen que pasar (sí, las malas también), y si no estás a su lado no te lo perdonarás en la vida.


Un saludo.

Tú hace unos años.»


                Así, por el mero hecho de escribirte, de escribirme, vas desapareciendo, te evaporas de mi futuro, te traigo a mi presente, te hago formar parte de mí, intento ir creciendo, aprendiendo, madurando. Siempre sin dejar de ser un niño, que me lo prometí. Al marcharte evitas que te pregunte sobre mi ahora, ¿qué tengo que hacer? ¿Hice lo correcto? Pero nunca lo sabré.

                Por tanto, seguiré con mis preguntas sin respuestas, luchando contra mis miedos, esforzándome por saber lo que quiero y sabiendo que ya no hay vuelta atrás. De este caso debe surgir el orden, la ilusión y las ganas. Es momento de abandonar el juego azaroso, tocar fijar las reglas y prepararse para ganarlo o dejarse la piel en el intento.

                Doble o nada. Vamos a por todas.