30 de enero de 2013

Hojas rojas

Allí estaba, en silencio,
mirándome sin ojos,
suplicándome un segundo
del tiempo que ya no tenía
para lanzarla al cielo,
y que así ella pudiese
jugar con el aire,
olvidarse de la caída
hasta caer en el olvido.

Sentada, o quizá tumbada,
mostrándome cada una
de las cicatrices de su piel,
los caminos del tiempo
que se dibujaban en rostro inexistente.

Temía asirla entre mis dedos,
no podía imaginar matarla
en un torpe descuido,
era frágil, como un suspiro.
Ahí la dejé, dormida,
o tal vez, muerta en vida.

28 de enero de 2013

Volar

Hoy quiero conocerte en el silencio roto
de tu cuerpo desnudo sobre el mío,
quiero llorar en tus manos
el arrepentimiento de todo lo que no hice.
Necesito dormirme en tu ombligo,
confiar en que sea tu respiración
quien me dé el impulso necesario.
Jugaré a soñar que nada más existe,
pelearé con tus piernas para que sea
mi imaginación quien te lleve
a los lugares más recónditos donde perderte.

Hoy quiero odiarte en una mirada cariñosa,
gritarte orgulloso que solo pienso en ti
cuando algo me duele más que esas canciones,
que ya solo abrazo con la mente
los libros de carne y hueso
a los que he aprendido a perder.

Ahora sé mirar hacia dentro
con los ojos abiertos y el corazón en pausa,
así no oigo movimiento alguno
y me creo en paz conmigo mismo.

27 de enero de 2013

Campanilla

Lo más difícil dicen que son los comienzos, por eso yo pienso que hay más gente que debería conocerte, contigo son más fáciles. Es más sencillo cuando estás delante, aunque esto te lo ponga por escrito, no porque no pueda decírtelo sino porque me apetece dejar constancia. Como decía, no cuesta nada cuando son tus ojos los que miran y tu capacidad de escucha la que me arropa en los problemas. Tranquiliza ver esa pequeña figura cargada de libros bajando las escaleras de la cafetería, siempre muy temprano, para luego acercarse a la mesa y dar los buenos días con una sonrisa, por muy feo que pinte el día o por cerca que estén los exámenes. Da gusto sentirse como en casa, sobre todo para los que la tenemos algo lejos y tengo el gusto de comunicarte que me haces sentir así.

Han sido muchos momentos, tampoco quiero caer en lo típico de recrear algunos de los mejores y, la verdad, dada mi memoria se me habrán olvidado la mayoría. Pero es esa sensación de saber que siempre puedes contar con alguien, tener muy claro que estarás ahí siempre que lo necesite, que serás la fuerza con la que podré salir de los baches o las cadenas que me aten a la realidad cuando mi imaginación se despegue demasiado. Me quedo con la satisfacción y el gusto de haberte conocido, de poder contar contigo, como diría Benedetti, con la tranquilidad de haber disfrutado una parte de mi vida compartiéndola contigo.

Podría seguir intentando buscar razones, pero creo que no he dado ninguna, ni la daré, no persigo otra intención que la de esbozar una sonrisa en tu cara con la que, aunque sin parangón alguno, poder agradecerte haberme dejado formar parte de tu vida.

Ya no me recuerdo bien de dónde era lo que voy a decirte, pero bueno, a lo que iba, uno se da cuenta de que el mundo es un poco menos malo cuando existe gente como tú.


FELIZ CUMPLEAÑOS. 

17 de enero de 2013

Todo es silencio

Uno se pierde en la noche, se fascina ante los versos más tristes de Neruda, para pasar a martirizarse con la culpabilidad que le llega desde los versos de Benedetti, en el que luchan el amor inesperado, tal vez inoportuno, con la capacidad de cada uno para enamorar. Súbitamente, se le acaban las palabras, se le ahogan los pensamientos en la yema de sus dedos, y no tiene más que decir. Se convence de que no hay nada que pueda aportar a los demás a través de la lectura de lo que finalmente consiga escribir. Recuerda, de la mano de Ismael Serrano, tiembla, no al verla, sino al imaginar a alguien que nunca existió, de la mano de Fran Fernández y se pregunta, es algo que no puede dejar de hacer, al lado de Marwan, pero ni por esas encuentra respuestas. Tal vez no las haya, quizá no quiera verlas, lo que es seguro es que no son horas para dilucidarlas. Eso sí, la carita de tonto es la misma. 

Se aproxima el sueño, la conciencia se mece y rompe las cadenas de la cordura, dejarse llevar suena demasiado bien, ¿verdad Pucho? Pero él, o yo, quizá ambos, tal vez la misma persona, se ha cansado de jugar al azar, de ningún modo conseguirá saber dónde acabará. Revolotean pensamientos, ideas estrafalarias que siempre olvida, su cabeza no consigue parar, aunque nunca le ha puesto demasiado empeño. Debería apuntarlas, darles la forma que repentinamente cobran, plasmarlas en el papel, pero lo deja, y se le van. O quizá se queden, informes, pululando dentro, aunque nunca tuvo muy claro el lugar en el que estaban. 

Hay quien tiene miedo de la muerte, pánico al final de sus días, tal vez porque posponen tanto sus planes, sus sueños, que siempre será demasiado tarde para llevarlos a cabo. Temen que nunca llegue ese futuro con el que están demasiado comprometidos, en el que han depositado su vida, sin darse cuenta de que están saliendo fuera de sí, empujando su existencia hacia un vacío que todavía no ha llegado, y que tal vez no llegue. Y él se pregunta para qué viven, por qué matan cada día, qué les lleva a morir en la película que proyectan sobre la pared del mañana. El cuento de la lechera, ¿no era algo así abuela? 

La coherencia ya importa poco, tal vez nada. Aunque seguro que alguien la encontrará, se enorgullecerá de haber dado con algo que no existe, una sonrisa iluminará su cara al recoger lo que él solito ha puesto ahí. Total, si no llevamos razón, ¿habrá que hacer algo para llevarla, no? Rectificar no es de sabios, no me vengáis con esas otra vez. 

Las canciones se repiten, al igual que él sigue convencido de que el pasado volverá a pasar, le gustó demasiado aquella visión cíclica de la historia que le enseñaron en la escuela. Fíjense si le gusto que dejó de ir a clase, ya no necesitaba nada más que aprender, ¿el conocimiento nos hace poderosos, no es así? Y él se conformó con poco, es lo que debía hacer según le habían dicho en casa. ¡Qué importa lo que dejamos de aprender! 

A veces duda, aunque bueno, tampoco mucho, no os preocupéis, si es que llegasteis a hacerlo alguna vez. Palpita en él la curiosidad de si es un cuerdo entre locos, ¿o era un loco entre cuerdos? ¿Un cínico? Puede que un necio entre arrogantes, aunque reconoce la soberbia, de pensamiento eso sí, nunca en actos. Bueno, el pensamiento es propiedad de cada uno, siempre que dios no esté presente, claro. Pobre dios, nombre de hombre para existencia, aunque solo sea en la mente de muchos, de mujer. 

Me escudo, en lo que precede, en el derecho al delirio, de Galeano. ¡Ey, espera! ¿No será un deber? Ahora todos los confunden, o algo así me han dicho, no sé, ellos sabrán. A fin de cuentas, solo cuenta lo que te impongan con el único consentimiento de tu silencio.