23 de julio de 2013

Me preguntaba que...

                ¿Por qué nuestros esfuerzos se centran en encontrar agua en Marte en lugar de llevarla a aquellas zonas de la Tierra donde más la necesitan? ¿Quién no es cómplice? ¿Cómo hemos llegado a un mundo donde hay muertos de hambre y muertos de anorexia? ¿Dónde venden el fármaco para revivir las conciencias? ¿Qué se nos pasa por la cabeza? ¿Cuántos son los sacrificios inevitables para que sigamos manteniendo nuestro modelo de vida? ¿Quién no ve que es necesario, para conservarlo, que otros estén muriendo?

                ¿Por qué esperar durante más tiempo? ¿Cuáles son las cadenas inventadas esta vez para atarnos a nosotros mismos, para coartar nuestras conciencias? ¿Qué nos impide aferrarnos fuertemente a nuestros proyectos, nuestras metas, y luchar para que se hagan realidad? ¿Cómo es posible que escondamos tantas palabras de cariño a esas personas que hacen méritos para ganarlas diariamente?

                ¿Por qué lo diferente nos lleva, en un gran número de ocasiones, a reafirmarnos en nuestra inescrutable posición, bien sea ideológica, racial, religiosa, política, etc.? ¿Cómo es posible que veamos en el otro una oportunidad para criticar antes que una posibilidad de aprender? ¿A qué se debe ese afán de buscar exclusivamente discrepancias, en lugar de similitudes, puntos en común, que nos ayuden a aprender y crecer personalmente? ¿Dónde queda el silencio cuando se trata escuchar a los demás?

                ¿Por qué sólo amamos en las relaciones ajenas, en los senderos sentimentales que tanto miedo tenemos de emprender? ¿Qué nos lleva a sentir únicamente en las vidas de los demás, en las historias que nos narran los libros o proyectan las películas? ¿Cómo es posible que no aceptemos un beso entre dos hombres y veamos con normalidad que solucionen sus problemas con la violencia de dos manos cerradas golpeándose? ¿En qué momento empezamos a llenar el cariño que necesitan los niños con juguetes en lugar de hacerlo con horas de juegos y risas?

                ¿Por qué me siento un títere en manos de un destino que no he elegido? ¿Cuándo me pidieron opinión mientras decidían qué iba a ser de mi vida? ¿Cómo es posible que todos te arrastren hacia su apatía y desánimo intentando convencerte de que tú tampoco serás capaz de salir de ella, que caerás rendido, exhausto, en sus brazos? ¿A qué se debe esa manía de aniquilar mis sueños, mis esperanzas, mi situación de desconcierto y desolación en un mundo que no comprendo? ¿No debería cada uno preocuparse primero por su vida antes de entrometerse en la de los demás? ¿Por qué no nos dejamos en paz los unos a los otros?

                ¿Por qué han leído esto?