17 de enero de 2013

Todo es silencio

Uno se pierde en la noche, se fascina ante los versos más tristes de Neruda, para pasar a martirizarse con la culpabilidad que le llega desde los versos de Benedetti, en el que luchan el amor inesperado, tal vez inoportuno, con la capacidad de cada uno para enamorar. Súbitamente, se le acaban las palabras, se le ahogan los pensamientos en la yema de sus dedos, y no tiene más que decir. Se convence de que no hay nada que pueda aportar a los demás a través de la lectura de lo que finalmente consiga escribir. Recuerda, de la mano de Ismael Serrano, tiembla, no al verla, sino al imaginar a alguien que nunca existió, de la mano de Fran Fernández y se pregunta, es algo que no puede dejar de hacer, al lado de Marwan, pero ni por esas encuentra respuestas. Tal vez no las haya, quizá no quiera verlas, lo que es seguro es que no son horas para dilucidarlas. Eso sí, la carita de tonto es la misma. 

Se aproxima el sueño, la conciencia se mece y rompe las cadenas de la cordura, dejarse llevar suena demasiado bien, ¿verdad Pucho? Pero él, o yo, quizá ambos, tal vez la misma persona, se ha cansado de jugar al azar, de ningún modo conseguirá saber dónde acabará. Revolotean pensamientos, ideas estrafalarias que siempre olvida, su cabeza no consigue parar, aunque nunca le ha puesto demasiado empeño. Debería apuntarlas, darles la forma que repentinamente cobran, plasmarlas en el papel, pero lo deja, y se le van. O quizá se queden, informes, pululando dentro, aunque nunca tuvo muy claro el lugar en el que estaban. 

Hay quien tiene miedo de la muerte, pánico al final de sus días, tal vez porque posponen tanto sus planes, sus sueños, que siempre será demasiado tarde para llevarlos a cabo. Temen que nunca llegue ese futuro con el que están demasiado comprometidos, en el que han depositado su vida, sin darse cuenta de que están saliendo fuera de sí, empujando su existencia hacia un vacío que todavía no ha llegado, y que tal vez no llegue. Y él se pregunta para qué viven, por qué matan cada día, qué les lleva a morir en la película que proyectan sobre la pared del mañana. El cuento de la lechera, ¿no era algo así abuela? 

La coherencia ya importa poco, tal vez nada. Aunque seguro que alguien la encontrará, se enorgullecerá de haber dado con algo que no existe, una sonrisa iluminará su cara al recoger lo que él solito ha puesto ahí. Total, si no llevamos razón, ¿habrá que hacer algo para llevarla, no? Rectificar no es de sabios, no me vengáis con esas otra vez. 

Las canciones se repiten, al igual que él sigue convencido de que el pasado volverá a pasar, le gustó demasiado aquella visión cíclica de la historia que le enseñaron en la escuela. Fíjense si le gusto que dejó de ir a clase, ya no necesitaba nada más que aprender, ¿el conocimiento nos hace poderosos, no es así? Y él se conformó con poco, es lo que debía hacer según le habían dicho en casa. ¡Qué importa lo que dejamos de aprender! 

A veces duda, aunque bueno, tampoco mucho, no os preocupéis, si es que llegasteis a hacerlo alguna vez. Palpita en él la curiosidad de si es un cuerdo entre locos, ¿o era un loco entre cuerdos? ¿Un cínico? Puede que un necio entre arrogantes, aunque reconoce la soberbia, de pensamiento eso sí, nunca en actos. Bueno, el pensamiento es propiedad de cada uno, siempre que dios no esté presente, claro. Pobre dios, nombre de hombre para existencia, aunque solo sea en la mente de muchos, de mujer. 

Me escudo, en lo que precede, en el derecho al delirio, de Galeano. ¡Ey, espera! ¿No será un deber? Ahora todos los confunden, o algo así me han dicho, no sé, ellos sabrán. A fin de cuentas, solo cuenta lo que te impongan con el único consentimiento de tu silencio. 

3 comentarios:

  1. El que escribas tan poco, se compensa con textos como éste.
    ¡Por cierto, me siento orgullosa por tus referencias a los cantautores! :)

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  2. ¿Soberbia de pensamkento y humildad de actos? Me suena jeje

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  3. "Recuerda, de la mano de Ismael Serrano, tiembla, no al verla, sino al imaginar a alguien que nunca existió, de la mano de Fran Fernández y se pregunta, es algo que no puede dejar de hacer, al lado de Marwan, pero ni por esas encuentra respuestas."
    Un texto magnífico. Creo que no tengo más que añadir a tus referencias musicales ;) Yo también defiendo el derecho al delirio, ¿qué nos queda si no? ¡Un beso de una lectora recién llegada!

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