Y, con cuidado,
desabrocharte la cremallera
de tus sueños mojados,
para secarlos a la luz
de tu sonrisa.
...porque en los lugares por encima del arcoiris ya habita nuestra imaginación...
20 de abril de 2015
¿Quién soy?
Hay
momentos en la vida en los que no podemos evitar pararnos por un instante y
preguntarnos a nosotros mismos cómo hemos llegado hasta aquí, por qué somos de
una determinada manera y no de otra, qué nos hace identificarnos con lo que
fuimos en el pasado y cómo podremos cerciorarnos de seguir siéndolo cuando el
futuro nos alcance y queme en nosotros cada segundo de su tiempo. A ello
debemos sumar la incidencia de aquellas acciones pasadas con las que no nos
identificamos, esos momentos en los que, mirándolo retrospectivamente, decimos:
¿cómo pude hacer yo esto? Hay días en los que no somos capaces de reconocernos
a nosotros mismos, en los que necesitamos de la memoria para establecer nuestra
identidad y asumimos que existíamos también en aquellos intervalos a los que
esta no tiene acceso.
Nos movemos
en el intersticio del abismo entre lo que fuimos y no podemos cambiar y lo que
está al alcance de nuestra mano y no nos atrevemos a coger. El pasado se nos
presenta con el sinsabor amargo de aquellos momentos que podríamos haber
cambiado con solo una palabra, un gesto, y que seguramente habría hecho de
nosotros mejor persona hoy, o al menos no habría hecho daño a nadie fuera de
uno mismo. El futuro extiende su abanico de posibilidades potenciales y
caducas, no podemos olvidar que el tiempo siempre juega en nuestra contra. ¿Qué
camino elegir?
Y es entonces
cuando nos creemos libres, pensamos que todo depende de nosotros, que la
decisión será propia y por tanto también el peso de fracaso, en el caso de
producirse. Olvidamos, sin embargo, que la libertad quizá no sea más que la
simple obligación que tenemos de escoger, la imposibilidad de no mover ficha,
de parar la partida o cambiar las reglas del juego. Nuestra decisión depende,
en mayor porcentaje de lo que estaríamos dispuesto a conocer, de nuestras
circunstancias, de nuestra contingencia histórica, social, cultural, económica,
e incluso epistemológica. Y, siento decirles, que nuestra incidencia real sobre
ellas es mínima, en la mayoría de los casos.
Ahora bien,
dejando aparte lo relativo a la libertad, ‘¿quién soy?’ y ‘¿quién quiero ser?’
se presentan como los dos grandes interrogantes que toda persona se hace en
algún momento de su vida, en uno u otro sentido. Con independencia de que
exista o no respuesta, lo que es innegable es que debemos afrontarlas, resulta
imperiosa la necesidad de constituirnos como individuos de la manera en que
nosotros elijamos. Y que nadie lo olvide: no elegir también es una manera de
escoger. Somos proyecto en perpetua autoconstrucción, aunque a veces los
materiales sean ajenos y el catálogo de referencia, en la mayoría de las
ocasiones, sea limitado.
Les invito,
por tanto y finalmente, a adentrarse en el satisfactorio proceso de
constitución de ustedes mismos. Elijan las piezas, tómense el tiempo necesario
para ello, decidan también cómo ensamblarlas, escojan a sus ayudantes, decidan
si son parciales o si quieren que estén ahí el resto de su vida para que el proyecto
sea compartido, intenten aproximarse todo lo posible al escenario en que les
gustaría se desarrollase su historia, cuiden el guion, pero dejen margen
también a la improvisación, siempre a gusto del consumidor.
Eso sí, no
puedo prometerles que merecerá la pena, ni que será una labor sencilla.
16 de abril de 2015
Abismos
Abrir la boca
para gritar.
Y esperar,
sin hacer ruido alguno,
que el mundo adivine
todo lo que no puedo
decir(te).
para gritar.
Y esperar,
sin hacer ruido alguno,
que el mundo adivine
todo lo que no puedo
decir(te).
15 de abril de 2015
Solo
Siempre te llevé dentro,
conmigo,
pero hoy llueves
y no encuentro
rincones en mí
para guarecerme
de mi soledad
y tu falta de compañía.
conmigo,
pero hoy llueves
y no encuentro
rincones en mí
para guarecerme
de mi soledad
y tu falta de compañía.
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