2 de octubre de 2010

El Narciso actual

Ególatras, sonámbulos soñadores que bucean en un océano de mentiras, creadas por y para ellos mismos. Entes vacíos, que nada tienen que envidiarle a Narciso, ofreciendo sus cuerpos para que les cosan fuertemente a cada una de sus extremidades los hilos con los que manejarles, con los que puedan controlarles. Cabezas llenas de utopías infundadas por unos padres que no supieron darles una educación pero sí mucho dinero, cabezas capaces únicamente de moverse afirmativamente ante cualquier postura defendida por alguien al que admiran. Y junto a papá “Dinero”, incapaz de moverse más que por mero interés se encuentra mamá “Prepotencia”, que desde pequeñines les enseña a mirar al resto por debajo del hombro, a establecer clases, diferencias con alardes de superioridad y comparativas odiosas sobre el resto de persona que les rodea. Pequeños maniquíes, figurines de revista, deberían aprender a servirse por sí mismos, a ser dueños de sus pensamientos y a no dejarse llevar por la mayoría. Porque no son más que eso, una parte cualquiera de una masa cada vez más homogénea, no son especiales, nada los hace diferentes, a pesar de que lo que se empeñen en pensar. Perfectas y precisas figurillas de arcilla que obedecen al mismo molde, que siguen un mismo patrón invariable. Muertos vivientes que danzan al son de sus propias palmas y que se halagan con los piropos que ellos mismos se lanzan frente al espejo.

“Podemos mantenernos fieles a lo que creemos o hacernos populares tocando al son del grupo.”

1 comentario:

  1. Ya sabes cómo termina la historia; Narciso se ahoga en el río.
    Genial, en serio :)

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