Cuando éramos niños confiábamos
en que el paso de los años nos ayudase a comprender lo que decían nuestros
mayores; ahora que vamos creciendo, nos damos cuenta de que todo sigue siendo
como cuando éramos niños. Para los que sigáis siendo niños: cuando seáis
mayores lo comprenderéis.
Las peleas siguen presentes, discusiones
fueras de lugar, voces, gritos y hasta golpes si te encuentras con el
descerebrado de turno. Los motivos, eso sí, han cambiado desde nuestra niñez.
No os dejéis engañar niños, la igualdad solo existe como una idea utópica, en
la cabeza de unos cuantos entusiastas, entre los que me incluyo, y a la que hasta
ahora no hemos sido capaces de llegar. Los
mayores también siguen empeñados en buscar diferencias, en lugar de
parecidos (¡qué daño han hecho los pasatiempos de las revistas!). Xenofobia,
bajo cualquier forma: negros, gitanos, rumanos,…; discriminación a la mujer, y
un maltrato que no termina de desaparecer; y rechazo, adversidad, y en algunos
casos odio, hacia una religión que no es la propia. Y, junto a estas tres, una
nueva forma de discriminación emergente: el dinero. Los valores morales, la
valía de una persona ya no se mide por sus cualidades, sino por sus «cantidades».
Valentía, justicia, humildad, amor, amistad,… fueron sustituidas por los
símbolos del dólar ($) y el euro (€). «Dime
cuánto tienes y te diré quién eres», podría escribirse como lema de la
actualidad. Y no, no es cuestión de perspectiva, estamos en una sociedad
capitalista, con sus pros y contras, pero es un hecho.
Niños, ¿veis las cajas de lápices
de madera y cera con la que dais color y forma sobre el papel a vuestras ideas
y pensamientos? Disfrutadlas todo lo que podáis. La mayoría de la gente olvida
que existen multitud de colores con los que dibujar el mundo y a las personas.
Los mayores solo necesitan tres colores. ¿Sólo
tres? Sí chicos, solamente tres. El gris, quizá en alguna escala que les
ayude a distinguir formas, para el mundo, y para las personas, el rojo y el
azul. ¿Por qué estos dos colores?
Porque los mayores no perdonan, por mucho que os digan, por activa o pasiva,
que debéis hacerlo. El rencor sigue presente en nuestro día a día, nadie olvida
ni supera lo pasado. Y es que, hubo en España una guerra. No peguéis a vuestro hermano, os repiten sin cesar, que hermanos hay pocos y hay que quererlos y
cuidar de ellos. Pero ellos mataron a sus «hermanos» por diferencias políticas. No, yo tampoco les entiendo, pero
no me dejan hablar de aquella guerra porque no la viví (¡cómo si esto fuese un
argumento!), así que callaré. ¿Y sabéis que es lo peor? Que aun hoy veréis
adolescentes, de no más de quince años, que defienden con el corazón en mano
alguno de los dos bandos (los medios de información se encargan de mostrar el
bipartidismo, como si no hubiese más opciones), convencidos de lo que
defienden, pero muy faltos de argumentos. Es una pena que los rencores sigan
presentes, he visto odio y fanatismo en chicos donde debería haber apertura
mental y ganas de conocer cosas nuevas. ¡Abran sus mentes! Y no un mandato,
sino una desesperada petición.
La gente os pedirá a gritos,
pensando que un tono más alto dotará de mayor convicción a sus “argumentos”,
que les comprendáis, que es su opinión (¡cómo si por sí sola bastase!) y que
intentéis poneros en su lugar. Sin embargo, nunca se situarán en el vuestro, no
perderán el menor tiempo en escucharos y, después de disimular que lo hacen,
reafirmarán que no piensan como tú, aunque no sabrán decir por qué. Al menos estamos de acuerdo en que no
estamos de acuerdo, concluirán en tono simpático, con esa sonrisa falsa que
les ha hecho olvidar qué es la felicidad.
Quizá la única verdad sea que no
hay solo una verdad, pero no lo sé. Aunque sí creo que va siendo hora de
desengañarse, que buena falta nos hace. ¡No valemos lo mismo! En cada elección
se encargan de recordárnoslo con un sistema «democrático» en el que el voto de una persona depende de varias
operaciones matemáticas (que no me detendré a explicar aquí, pero sobre las que
es fácil encontrar información, y hasta comprenderlas; incluso en el descanso
de un partido de fútbol, por no molestaros mucho). Por favor, que algunos no
somos tontos: una persona, un voto. Déjense de tretas. Tampoco en religión hay
una verdad, quizá sea donde esta idea se nos muestra con mayor claridad y donde
menos se vea. ¿No se dan cuenta, aquellos que con tanta devoción siguen y
afirman que su religión es la única y verdadera, de que es solamente por azar
por lo que creen en ella? Uno no elige las cosas en las que creer, ellas te eligen
a ti. Saben, o si no ya es hora de que se lo planteen, que si hubiesen nacido
en otro país, ciudad y momento de la historia, profesarían una religión
diferente, tal vez ninguna. Así que piensen esto y relájense un poco antes de
vociferar a diestro y siniestro rotundas afirmaciones sobre su dios que solo
consiguen crear más conflicto. El azar duele más, la predestinación y el miedo
a la muerte nos pueden, pero es lo que hay. Volvamos a aplicar lo mismo en
términos de política. Quizá esta sea una de esas pequeñas verdades a las que me
refería al inicio: nadie gana en política, todos perdemos en cada elección.
¿Por qué? Porque se callan las voces de los votantes de los partidos
minoritarios, perdemos diversidad de opiniones que puedan dar lugar a una vuelta
de tuerca en el panorama político de nuestro país. ¿Tampoco se percatan de
esto?
¡Ah! Y no esperen que la gente
salga a la calle para luchar por lo que cree que le pertenece, las huelgas
están mal vistas, y si son generales más. Eso sí, luego nadie quita la mano
cuando vienen las mejoras, somos así. «Aquí
solo se saldrá cuando se vuelva a ganar un mundial» como dice una canción.
Y termino con unas palabras de
León de Arroyal en Oración apologética en
defensa del estado floreciente de España, porque quizá las cosas no han cambiado
tanto desde el siglo XIX:
¡Feliz
España! ¡Feliz patria mía, que así consigues distinguirte de todas las naciones
del mundo! ¡Feliz tú, que cerrando las orejas a las cavilaciones de los
filósofos sólo las abres a los sabios sofismas de tus doctrinas! ¡Feliz tú, que
contenta con tu estado no envidias al ajeno y, acostumbrada a no gobernar a
nadie, obedeces a todos! ¡Feliz tú, que sabes conocer la preciosidad de una
corroída ejecutoria, prefiriéndola al mérito y a la virtud! ¡Feliz tú, que has
sabido descubrir que la virtud y el mérito estaba encolado a los hidalgos y que
es imposible de encontrar en quien no haya tenido una abuela con don! Sigue,
sigue esta ilustración y prosperidad, para ser como eres, el non plus ultra del
fanatismo de los siglos. Desprecia como hasta aquí las hablillas de los
extranjeros envidiosos; abomina sus máximas turbulentas; condena sus opiniones
libres; prohíbe sus libros que no han pasado por la tabla santa y duerme
descansada al agradable arrullo de los silbidos con que se mofan de ti. Haya
pan y haya toros, y más que no haya otra cosa. Gobierno ilustrado, pan y toros
pide el pueblo. Pan y toros es comidilla de España. Pan y toros debes
proporcionarla para hacer en los demás cuanto se te antoje in secula securolum.
Amén.
León
de Arroyal
Genial, ¿para qué más?.
ResponderEliminarSUBLIME sería la palabra. Aunque discrepe en el tema del fútbol, porque a mí personalmente me puede en muchos momentos, pero hasta cierto punto, ya que es y será un deporte. Y yo no saldré a celebrar el mundial eso ya lo sabíamos! ;)
ResponderEliminarEn la parte de la política solo decir, que abogo por el perdón, no por el olvido. Y en lo de los colores, el rojo si quieres quítalo, porque aquí es el mismo perro, casi con el mismo collar, y que ese partido de pseudoizquierda no da voz a ese grupo de la sociedad olvidado.
Por cierto, cuidado a si van a llegar por ahí y te hacen unos recortes en el blog para dejar lo que les interesa: Iglesia, toros y fútbol.