26 de octubre de 2012

Buenas noches


Lloran en mí las ganas de besarte, se desplazan por mi cuerpo en forma de un oleaje de estremecimientos, prohibiéndome sentir, arrojándome al vacío de la seguridad imaginada por mi incertidumbre. Se desvanecen los miedos solo cuando afloran en mis ojos, apagando la luz que les caracteriza, marchitando el sabor de mis labios, humedeciendo las yemas de mis dedos, que te sienten cerca de nuevo. Estruendosos y efímeros pensamientos atraviesan y me parten en dos el alma, me desgarran la piel con cuidado para que nadie más pueda apreciarlo. Todos y cada uno de los recuerdos tatuados en los más recónditos rincones de mi cuerpo duelen como el primer día, obligándome a romper en mil pedazos las esperanzas depositadas en el futuro. Me reconozco en el suelo mojado de las calles de Granada, que sin pena ni gloria aguantan uno a uno los  embistes de unas gotas de agua que no eligieron ser lanzadas.

Confío en salir corriendo, huir, por miedo, por cautela, o por cualquier excusa que encuentre en este estúpido momento en el que solo tengo claro que quiero evaporarme, desvanecerme, y conmigo todos vuestros recuerdos.

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