20 de abril de 2011

Tardes de primavera

Me gusta mucho mirar por la ventana estas tardes, en las que el sol dura hasta muy tarde y mi cabeza quiere alejarse, perderse entre los paisajes que mis ojos no alcanzan a contemplar. Sentirme durante al menos unos minutos libre, no pido ni siquiera un día, solo necesito que el sol caliente mis mejillas y cerrar los ojos, soñar despierto que todas mis preocupaciones desaparecen y que no soy yo quien desaparece entre ellas. Son demasiadas obligaciones y pocos derechos los que últimamente se empeñan en hacerme verme, ¿por qué nadie me dice que tengo la obligación de darme un poco más de tiempo a mí mismo? ¿Acaso no me lo merezco? Estoy cansado de no poder concederme ni un solo minuto, ando todo el día pendiente de los demás, intento siempre que puedo ayudarles a darles a sus vidas un mejor motivo por el que seguir exprimiéndolas, pero ¿quién me ayuda con la mía? Estoy harto de ser el apoyo de los demás, cuando yo me derrumbe también necesitaré unos buenos cimientos que me sostengan y me permitan reconstruirme. Y hoy, no siendo la primera vez, vuelvo a darme cuenta de que si me caigo no los tendré. Los que siempre han dicho que estarán ahí huirán despavoridos, los que mínimamente me aprecien solamente llegarán a sentir lástima por lo que me pasa y los que me quieran intentarán tirar de mí, pero cansados de que no ponga nada de mi parte acabarán por marcharse. Seguramente es esto lo que debería hacer, dejar que me ayuden, pero sé que no querré, siempre me ha gustado hacer las cosas por mí mismo, una vez más haciendo gala de orgullo y tozudez. Como si lo viese venir.

No son pocas las veces que me pregunto si la gente verá lo mismo que yo en estas cálidas tardes de primavera en las que el sol tarda tanto en ocultarse, permitiéndonos rehusar la tristeza de la noche durante algunas horas más. Al igual que las tempranas noches de invierno producen en mí un aumento de la nostalgia y me enfrían poco a poco el corazón, la suave luz que acaricia mi rostro en estas tontas tardes de abril consigue que sea un poco más optimista.

Tras estos preciosos atardeceres, un delicado manto de estrellas se extiende sobre nosotros, dejándose ver brillantes, orgullosas de hallarse tan separadas de nosotros. Felices, sabedoras de ser el perfecto escenario de los jóvenes enamorados que se susurran al oído, mientras las contemplan, que siempre habrá algo que los una, sea cual sea la distancia que los separe.

1 comentario:

  1. Sabes que cuando uno no se siente del todo bien deja que la cabeza vuele y decida que será lo que hagan los demás en según que situaciones; y eso a veces nos lleva a equivocarnos...
    Disfruta de estas tardes de primavera, que luego se irán y las echarás de menos ;)

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