9 de julio de 2011

She!

La esperanza poco a poco se alejaba, huía de mi cuerpo como otras tantas veces, cuando de repente, tras un paseo en el que mis ojos la buscaban, la encontraron de frente. Parecía algo acalorada, pero sonreía, hecho que me produjo una extraña sensación de tranquilidad. El poco viento, que calmaba aquella calurosa tarde de verano, le movía el pelo, parecía juguetear con él con una ternura y suavidad incomprensibles. Se acercaba. Sería demasiado atrevido por mi parte intentar describir una boca que dijese tanto desde el silencio, nada podía iluminar su cara como aquella sonrisa. Y con cada paso que daba hacia mí, sentía que se alejaba un poco más, que se hallaba tan distante como nunca. “Por un momento pensé que no vendrías”, pensé, pero mis palabras se ahogaron en los dos rutinarios besos de bienvenida.

Comenzamos a andar, y como un niño pequeño que mira con envidia los juguetes de los demás, no conseguía apartar la vista de su silueta. Contoneaba su cuerpo al ritmo de sus propios pasos, engarzando armoniosamente unas sintonías con otras. Me sentía tan próximamente lejano a ella que empezaba a dolerme, pero no sabía cómo decírselo, no podía hacerlo.

Mientras dudada acerca de qué hacer, desistí, me abandoné a la facilidad de no hacer nada, a la soledad de volver a sentirme un número primo.

2 comentarios:

  1. se te da bien escribir sobre temas banales difíciles de tratar e insignificantes en valor :)
    por eso te propongo un tema: el amor a distancia
    suerte a ver si puedes :)

    ResponderEliminar
  2. La soledad a veces es tentadora, pero nunca se siente más que cuando estás rodeado de gente y te das cuenta de quién te falta...

    ResponderEliminar