Enseñadme,
por favor; aunque tampoco sé si quiero saberlo realmente. Probablemente la
mayoría viva a pesar de ellas, algo más parecido a la supervivencia.
Conformándose con no estropearlo demasiado, manteniendo el equilibrio como
buenamente se puede, impulsados torpemente por ese maniqueísmo que se nos ha
inculcado desde pequeños. Sin embargo, nadie se salva del paso del tiempo,
todos crecemos, nos damos cuenta de que la gradación entre el bien y el mal que nos vendieron es demasiado grande como para pasarla por
alto. ¿Y ahora qué? ¿Nos limitamos a la reducción de daños y la optimización de
beneficios? Ojala fuese tan simple, pero entran en juego nuestros intereses,
emociones, las necesidades más básicas que nos hacen seguir siendo humanos.
Ahora
bien, ¿da lo mismo? ¿Tiene el mismo valor la misma acción realizada por
convencimiento que cuando se hace esperando un reconocimiento posterior? ¿Deja
una buena acción de serlo cuando
entra en juego la vanidad, el orgullo de quien la lleva a cabo? ¿Cómo se vencen
estas contradicciones? Hoy no tengo respuestas, ni me apetece seguir planteando
preguntas.
Solo
quiero volver a donde sea, cualquier sitio donde el viento, embistiendo mi
cuerpo, o los rayos del sol, golpeando sin compasión mi cara, me recuerden que
a veces sentir es lo único por lo que vale la pena estar vivo. Me apetece
arrancar el diente de león de la planta a la que se halla sujeto, alejarle de su
hogar para siempre. Me gustaría ver si consigue comprender entonces cómo me
siento a veces, cuando la peor soledad es tener a alguien demasiado cerca y
sabe que te encuentras en un punto de inflexión donde vuestros caminos se
separan. Llegado ese momento, reconociendo mi derrota ante su imposibilidad de
responderme, y solo en ese instante, soplaré con la fuerza de mi último abrazo,
ese que nunca llegaremos a darnos, con las ganas de besarte que durante todo
este tiempo me he guardado, y con la ilusión de un corazón preso que acaba de
ser absuelto. Y ese… ese será mi último
intento para que desaparezcas de mi vida, para sacarte de mi mente.
"...cuando la peor soledad es tener a alguien demasiado cerca y sabe que te encuentras en un punto de inflexión donde vuestros caminos se separan" Guau. Jugando a adivinar qué pasa por tu cabeza, JL.
ResponderEliminarCuando empezamos a leer "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral" en clase me dí cuenta de algo: no tengo una auténtica moralidad, por eso siempre acabo quedando mal con la gente. No sé qué hacer más allá de lo que siento. Y creo, de verdad, que tú eres de esas personas que me entienden. Creo que sólo necesitas el lugar propicio para soplar ese diente... y, tal vez, para darle la absolución a tu corazón
ResponderEliminarLa respuesta está en lo que tú mismo has escrito, al principio: "¿Cómo vivir con ello? Lo olvidas, es lo sencillo, lo que solemos hacer con los grandes problemas a los que nos toca enfrentarnos cada día."
ResponderEliminarA veces, más que olvidar, se trata de aprender a vivir con algo. Porque cuando más te empeñas en olvidar, menos olvidas; el olvido no puede ejercerse de forma voluntaria, ¿verdad?