23 de junio de 2013

Que yo no valgo para esto...

Hoy se me han acabado los poemas, las miradas furtivas a unas calles que están llenas de tu ausencia, de tus carcajadas, de esos bailes tan extraños que realizas cuando andas. He dejado de inventar historias aciagas y fraudulentas que vender al mejor postor, o al sórdido lector que pierde su tiempo en este tipo de banalidades. Me he cansado de llevar una dieta pobre en libros, de contemplar apático la tan denostada pasión que emana de esas películas de amor. 

Hoy quiero correr, sentir la calidez de la vida en forma de rayo de sol sobre mis mejillas, necesito soñar, sin cesar en mi carrera, que puedo diluirme entre las partículas de polvo que el viento dispara contra mi cuerpo. Vuelvo a dejar que las letras de las canciones me desnuden, que hablen de mi vida sin haberme pedido siquiera permiso, y quedo indefenso ante la opaca mirada de mis propios ojos que ya no ven, sólo sienten.

Hoy me fundo en un abrazo interior, sin moverme, con esa memoria que suele faltarme, simplemente para recordarme que nunca estaré solo y que siempre viviré conmigo. 

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