23 de enero de 2015

Ausencias y soledades

Deberías estar ahí,
sentada
en esa silla vacía
que lleva tu nombre.
Mirándome tranquila,
regalando tu sonrisa
a mis ojos perdidos
que solo son felices
cuando abrazan
tu reflejo
en sus pupilas.

Deberías estar ahí,
extendiendo tu mano,
buscando
tocar mis miedos
para que yo
deje de retenerlos
y te imagine
desnuda
en mi regazo.

Deberías estar ahí,
en lugar de perseguirme
por cada rincón
de esta ciudad anónima,
que sin conocerte,
me suplica
que te busque,
que te piense
a mi lado,
descubriéndola
entre abrazos.

Deberías estar ahí
y salir de mi cabeza,
que no cesa
en su intento suicida
de quemarte
con cada canción,
que no pierde
la esperanza
de perderte de vista
con el perecer diario
de la Luna.

Deberías estar ahí,
a mi lado
cuando despierto
cada mañana,
y no escabulléndote
en la irrealidad
de mis sueños,
donde todo rostro ajeno
me mira
desde su impersonalidad
y me llama
con tu voz,
suplicándome,
por favor,
que todo termine
de una vez,
que ya no puedes
con esta nueva vida
que vivimos
en dos mitades inconclusas,
inconexas, incomprensibles.

Deberías estar ahí,
aquí mejor,
muy cerca,
porque estando lejos
siento que me pierdo
en lo senderos
de una búsqueda
que no me corresponde,
de un amor
que ya no es el mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario