23 de octubre de 2014

Invisible

Quizá algún día no me sueñes,
no sea lo primero que pienses al despertar.
Tus besos, probablemente, serán para otro,
que se llenará la boca de tu sexo.

Imagino que seré invisible
a tu mente, a tu futuro e, 
incluso,
me otorgues un papel secundario
en tu pasado. 
Dudaré, entonces,
que en algún momento 
ocupase tu presente. 

Mis ojos dejarán de reflejarse
en tu sonrisa, los tuyos, 
dejarán de servirme de guía 
cuando mis pensamientos naufraguen.

Tus caderas no serán jamás 
la cornisa desde la que vuelva
a precipitarme,
como saltando al vacío,
como sin temor a morir
en tu cuerpo.

Seré invisible, seguramente,
pero mi mayor miedo es si, 
para entonces,
habré dejado de quererte.

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