29 de octubre de 2014

Lo nuestro sería de película

Yo.
Butaca número tres de la fila sexta,
palomitas a la mitad,
pero repleto de sueños
en los que apareces,
aunque aún desconozca tu piel,
Con la angustia arañándome el pecho,
con la esperanza muerta,
y el amor en proceso de reconstrucción.
Blindado contra las falsas promesas,
resistiendo en mi torre de palabras
y sólido autoengaño,
me armo hasta los dientes
de flores que algún día pueda regalarte,
aunque nunca por San Valentín.
Sentado, te intuyo cercana,
te imagino soltera,
cansada de soledad
y borracha de espera.

Tú.
Asiento noveno desde la esquina izquierda,
el pelo rizado, la chaqueta abierta,
parece que tu corazón anhele mis labios
y tu pecho mi tristeza.
Solo una botella de agua,
sedienta de sexo,
empapada de enigmas.
La oscuridad es tu ámbito,
donde tu voz cobra fuerza,
fusilando corazones con palabras tiernas.
La imaginación siempre por bandera.

Nosotros.
Lejanos, desconocidos,
amantes imaginarios en una tarde de cine,
personajes de una griega tragedia,
destinados al desencuentro,
a la soledad compartida de una sala vacía,
al desatino del destino,
que nunca quiso enfrentarnos,
ponernos cara a cara
para poder decirnos:
'Te quiero'.

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