27 de mayo de 2011

Desnúdate

  • Desnúdate – le dije, dejándome llevar por una desconocida valentía. La tenue luz del pasillo solamente de dejaba atisbar sus rasgos definitorios, mientras mis manos dibujaban su figura al ritmo que dictaban las curvas de su cuerpo.
  • No me esperaba esto así, pero está bien – me contestó con una temerosa voz, mientras incorporaba de la cama y dejaba su torso al descubierto con una elegancia que nunca antes había visto en una mujer.
  • ¡Pero qué haces! – repliqué con un torcido gesto que instantáneamente se calcó en su cara – Yo no he dicho que te quitases la ropa.
  • Acabas de decirme que me desnude, ¿qué pretendes sino que haga? – me respondió, dejando claramente ver que el problema provenía de mi persona.
  • Quería que te desnudases, que te agarrases fuertemente a la confianza que siempre te he ofrecido y a la que nunca has querido ni ver, para que fueses quitando, poco a poco, cada uno de los miedos que ves reflejados en mí. Quiero que me muestres tus sueños, aquello que ansías, por lo que pelearías hasta desfallecer. Deseo que me cuentes lo que te quita el sueño por las noches, lo que realmente temes, para poder abrazarte cuando más lo necesites. Quiero que seas capaz de hacerme ver el mundo por tus ojos, que me enseñes a fijarme en aquello que evita mi atención. Quiero que te desnudes para mí, no que dejes tu cuerpo al desnudo. Necesito saber qué te hace reír, qué llorar, por qué cosas dejarías todo lo que tienes, cerrarías los ojos y te lanzarías al abismo sin paracaídas. Deseo vencer tus defensas, saber que escondes detrás de esa dulce mirada, conocer hasta lo más profundo de tu ser. Todo para poder hacerte realmente feliz, sin equívocos, sin problemas reales ni ficticios. ¿Qué me dices?
  • Vale – contestó inesperadamente, sorprendiéndonos a los dos – Pero, en ese caso, tendrás que ser tú quien me desnude – y me besó tiernamente, como si el mundo fuese a estallar en ese mismo instante.

4 comentarios: