27 de noviembre de 2014

Esta noche

Esta noche dejo mi casa
sin haber sido capaz de mirarme al espejo,
tengo miedo de que me obligue
a enfrentarme a unos miedos
que hace tiempo dejaron de ser míos.
Llevo un abrigo
como único compañero de viaje
y juego a que me pierdo por Granada,
sin otra banda sonora
que el silencio nocturno.
Bueno, y los lances
de algunas miradas desconocidas
que se cruzan entre sí y
que dentro de unas horas
se volverán cómplices,
compartirán cama y
ahogarán sus miedos
en el beneplácito del sexo anónimo.

Esta noche salgo a pasear con tu sombra,
y mis fantasmas,
que últimamente no me los quito de encima,
ni quiero.
Es confortable poder compartir el dolor con alguien,
o algo;
tanto que parece que se desvanece en la oscuridad,
de tu recuerdo.
Aunque hoy la lucha sea a vida o muerte,
y yo sin fuerzas.

Esta noche tenía la excusa perfecta,
huir, correr, perderme, sin mirar hacia atrás,
porque tú siempre estuviste detrás, de mí,
sentada, mirándome, esperando respuestas.
Y mi alma tejida de interrogantes,
inconclusos, indefensos, mortales,
sin final definido, irresolubles.
¡Menuda mezcla! Cóctel explosivo, sí,
pero yo siempre preferí el de tus orgasmos.
Que me llenaban la vida de tranquilidad,
de calma para afrontar la fragilidad
de nuestra existencia, lo condicionado
de nuestro amor, su sinsentido,
que paradójicamente fue la razón
por la que me despertaba cada día.

Esta noche, en la que todo mi otro yo,
aquél que fui contigo, cree odiarte,
esta noche
parece que la luna
te regala las estrellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario