28 de diciembre de 2014

Vacío(s)

¡Para! 
¡Has vuelto a hacerlo!
Dijimos que nada 
de bebernos de un trago.

No tuvimos 
la paciencia necesaria
para disfrutar 
del momento.
Nos bebimos corriendo,
sin tragos pequeños
ni remordimientos
de conciencia.
Buscamos 
llenarnos del otro,
pero quedamos
vacíos
de nosotros mismos. 

Ahora, las copas
siguen sobre la mesa,
con el regusto amargo
de lo que fuimos.
Se miran perplejas,
incapaces de asumir
que todo sucediese
en cuestión de segundos.
Ahora lloran,
por fuera,
lágrimas condensadas,
fruto del calor ausente
de nuestras manos.
El frío las ha cogido
por sorpresa. 

Nosotros nos fuimos,
cada uno por su lado,
llevándonos a cuestas
la soledad ajena.
Recipientes nómadas,
vacíos fugaces
que se volverán a llenar
con la banalidad
de cualquier amor
de pantomima. 

Confieso
que en la despedida,
mientras caminaba
adormecido
por beberte deprisa,
miré hacia atrás
un par de veces.

A día de hoy,
todavía lo hago,
me cuesta creer
que te hayas ido
y te hayas llevado
contigo
los restos del vaso,
en el que aquella noche,
te bebiste
lo que me quedaba de amor,
sus últimos retazos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario